El 5 de julio de 2009 yo no estuve en Honduras: por razones familiares me encontraba en Italia y recuerdo que aquel domingo, literalmente, lo pasé pegada al Internet para saber qué estaba sucediendo en Tegucigalpa, mientras que el presidente constitucional Manuel Zelaya intentaba volver a su país… con dolor vi las imágenes de TeleSur que demostraron al mundo cómo los militares a las órdenes de los gorilas asesinos disparaban cínicamente sobre la muchedumbre, después de haberla dejada pasar dentro de la red de protección.
Ayer pasó un año de aquel día, ya hace un año que el joven Isis Obed Murillo fue masacrado vilmente con un disparo a la cabeza, mientras se manifestaba pacíficamente en los alrededores del aeropuerto de Toncontin.
No podemos y no tenemos que olvidar, así que una marcha de personas de buena voluntad fuimos caminando del STYBIS (Sindicado de los Trabajadores de la Industria de las Bebidas y Similares) hasta la plaza fuera del aeropuerto, denominada por la Resistencia “Plaza Isis Obed”.
Podía percibir los gritos de la muchedumbre, de aquellos 30 000 ciudadanas y ciudadanos pacíficos, que un año antes llegaron a Toncontin con la gran esperanza de abrazar otra vez su presidente y al revés de vida… tuvieron que transportar el cuerpo sin aliento de un joven de 18 años.
Caminé al lado de Claudia, una chica del grupo de la Resistencia de los motorizados, que abre siempre las marchas y controla que los carros no atropellen los valientes caminantes.
Claudia fue la novia de Gerson, otro joven de la Resistencia tronchado por un accidente de carro muy extraño: su moto fue atropellada por un autobús enloquecido mientras él y Claudia volvían de una marcha pacífica y casualmente utilizaban la moto (y Gerson también el casco) de Edwin Robelo Espinal, compañero de la mártir Wendy Elisabeth Ávila, perseguido por la policía.
Extrañamente no se indagó sobre esta muerte, archivando demasiado velozmente el caso.
La marcha esta dirigida por los familiares de Isis Obed y cerca de ellos camina en silencio el mismo Edwin también.
Ayer pasó un año de aquel día, ya hace un año que el joven Isis Obed Murillo fue masacrado vilmente con un disparo a la cabeza, mientras se manifestaba pacíficamente en los alrededores del aeropuerto de Toncontin.
No podemos y no tenemos que olvidar, así que una marcha de personas de buena voluntad fuimos caminando del STYBIS (Sindicado de los Trabajadores de la Industria de las Bebidas y Similares) hasta la plaza fuera del aeropuerto, denominada por la Resistencia “Plaza Isis Obed”.
Podía percibir los gritos de la muchedumbre, de aquellos 30 000 ciudadanas y ciudadanos pacíficos, que un año antes llegaron a Toncontin con la gran esperanza de abrazar otra vez su presidente y al revés de vida… tuvieron que transportar el cuerpo sin aliento de un joven de 18 años.
Caminé al lado de Claudia, una chica del grupo de la Resistencia de los motorizados, que abre siempre las marchas y controla que los carros no atropellen los valientes caminantes.
Claudia fue la novia de Gerson, otro joven de la Resistencia tronchado por un accidente de carro muy extraño: su moto fue atropellada por un autobús enloquecido mientras él y Claudia volvían de una marcha pacífica y casualmente utilizaban la moto (y Gerson también el casco) de Edwin Robelo Espinal, compañero de la mártir Wendy Elisabeth Ávila, perseguido por la policía.
Extrañamente no se indagó sobre esta muerte, archivando demasiado velozmente el caso.
La marcha esta dirigida por los familiares de Isis Obed y cerca de ellos camina en silencio el mismo Edwin también.
La muchedumbre grita eslogans de la Resistencia: “Isis Obed vive y la lucha sigue, sigue”, “Isis Obed te queremos, te queremos”, “Sangre de mártires, semillas de libertad”…
Aprovecho el trayecto para saber cómo está Edwin, secuestrado y torturado por la policía el pasado 30 de junio de 2010, y descubro que a los mismos hombres en uniforme no les importa la denuncia hecha a la Comisión Internacional de Washington, siguen persiguiendo Edwin, riéndose por su ojo inflamado y gritándole bajo las ventanas de su casa si le gustó el gas tóxico que le han rociado encima.
La energía y la fuerza positiva que se perciben en el entorno convierten esta conmemoración en una evocación de vida, un momento para establecer contactos invisibles con los mártires de este golpe cívico-militar: las palabras de gratitud de los familiares de Isis Obed son un himno a la lucha pacífica, no tienen rencor o sed de venganza, sencillamente agradecen que el pueblo no los haya abandonados y están seguros que “de dónde Isis Obed está protegiéndonos, permitirá a la Comisión de Verdad de la Plataforma de los Derechos Humanos llevar a las Cortes Internacionales a sus asesinos, aquellos genocidas que siguen destrozando, secuestrando, violando y persiguiendo la población, que desde 373 días está en las calles en la lucha”.
Tengo las lágrimas en los ojos mientras observo a David Murillo, el papá de Isis, a su madre, su hermano, su hermana, Claudia, Edwin… ¿cuántos todavía se sumarán a la lista?
No podemos ceder; absolutamente, no tenemos el derecho: nosotros, los vivos, los conscientes, no podemos titubear… porque, como dijo el Che Guevara:
“…el camino es largo y lleno de dificultades. A veces, por extraviar la ruta, hay que retroceder; otras, por caminar demasiado aprisa, nos separamos de las masas; en ocasiones por hacerlo lentamente, sentimos el aliento cercano de los que nos pisan los talones. En nuestra ambición de revolucionarios, tratamos de caminar tan aprisa como sea posible, abriendo caminos, pero sabemos que tenemos que nutrirnos de la masa y que ésta solo podrá avanzar más rápido si la alentamos con nuestro ejemplo”.
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