Obediencia
Yes men!. La obediencia perruna que exhibieron esta semana los presidentes centroamericanos ante su amo el vicepresidente de Estados Unidos no deja lugar a dudas.
Ni el golpe de estado en 2009 ni la masacre brutal en la cárcel de Comayagua reunió de prisa a los gobernantes de la región en territorio hondureño. Wow!
Una sola señal del hermano mayor fue suficiente para volar hacia Tegucigalpa a un almuerzo de emergencia con las drogas y la guerra servidas en la mesa.
En realidad esta es una de esas pantomimas bien premeditadas en la política exterior del imperio de la guerra, que cumplió varios objetivos.
El primero es apuntalar políticamente a un régimen que empezó resquebrajado en 2010, pero que se fue cayendo a pedazos como los reos de la granja penal cuando sus compañeros les tiraban agua sobre sus cuerpos hirvientes.
Un régimen que ha matado casi 500 mujeres, 18 periodistas, 57 campesinos, 360 privados de libertad y más de 6 mil personas vinculadas a distintas ocupaciones en la más absoluta impunidad, no tiene madre ni padre.
Por eso el imperio le pone sostenedores económicos y políticos, pero esencialmente mediáticos, de imagen pública internacional, porque el retrato es el de un pésimo alumno que hace muy mal los mandados. Dont worry, men!
El segundo objetivo fue afianzar antes de la Cumbre continental en Cartagena el control hegemónico de la región centroamericana, donde todos los gobiernos -- a excepción del de Nicaragua – son obedientes y no deliberantes. Yes men!
Estados Unidos anda en América Central con diplomacia garrotera como en Medio Oriente, tratando de avasallar por la fuerza a sus antiguas colonias que se alinearon al sur.
La propuesta que impone a sus vasallos es la guerra al narcotráfico, con la promesa de acceder a 107 millones de dólares adicionales en 2012.
Pero en las circunstancias que se encuentran países como Honduras esa guerra solo es pretexto para una mayor ocupación militar estadounidense y bloquear la ola de cambio político que impulsa la resistencia nacional.
En el marco de esa guerra, como ya ocurrió en los años ochentas contra las insurrecciones de Guatemala, El Salvador y Nicaragua, Estados Unidos toma control del territorio, la población y el Estado, y los pone a su servicio.
En ese escenario posible están aseguradas las masivas violaciones a los derechos humanos y ese lastre vergonzoso de nación alquilada.
Nos sentimos avergonzadas por la satisfacción de mister Joe Biden que agradeció a mister Juan Orlando Hernández su rapidez y eficiencia en la aprobación de la agenda legislativa de Washington. Excelentt!
Como sorprendido el gringo observa que la Ley Antiterrorista paso seguida de la Ley de Inversión Pública-Privada, Ley de Ciudades Charter, la SOPA nacional o Ley de Intervención de las Comunicaciones Privadas y la más acariciada, Ley de Extradición de hondureños por terrorismo y narcotráfico. Yes men!.
Semejantes servicios de entreguismo solo podrían ser posibles sin oposición en un país cuyos liderazgos avanzan en contravía. Por un carril, la población reclamante de un nuevo contrato constitucional y en el otro carril esa etnia desnacionalizada pro Yankee que profundiza sus privilegios por la vía armada. La guerra que tanto apasiona al imperio del Norte.
No señores, así no puede ser. No más guerras, si a la vida!
Editorial Voces contra el Olvido sábado 10 de marzo de 2012
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