Tegucigalpa, M.D.C., 3 de octubre del 2011
Excelentísimo Señor Presidente:
La
historia de Honduras ha sido empeñada y obstaculizada por luchas
intestinas que por diferentes tipos de intereses han dividido a nuestro
pueblo, sin importar el enorme costo que ha significado para el
desarrollo de Honduras. Esa historia debe terminar ya, de inmediato.
Usted
Presidente, como lo ha expresado en múltiples ocasiones, está
comprometido a concluir el proceso de reconciliación como una salida
final a la crisis; y debemos culminar este proceso, superando la
discordia consuetudinaria, para que primen los objetivos e intereses
nacionales, sobre las discrepancias políticas y se termine de
reconciliar al gran pueblo hondureño.
El
golpe de estado que truncó el mandato que el pueblo me confirió en
elecciones libres, y que fue condenado por toda la comunidad
internacional, al igual que la comisión de la verdad, no debe repetirse
nunca. Como he señalado muchas veces, todas estas agresiones no
destruyeron mis valores cristianos, perdono a mis detractores y "les
deseo todo el bien posible" 1*
En
todo tiempo, la unidad nacional es necesaria, pero después de un golpe
de estado, la reunificación del pueblo hondureño se vuelve un imperativo
categórico, lo cual no es viable si no se garantiza el respeto a los
derechos humanos, se reparan las injusticias cometidas, y, en un acto
magnanimo, se apoya a los familiares de los caídos; y, como lo ha
señalado la Comisión de alto nivel de la OEA se ponga fin a los
procesos judiciales promovidos por razones políticas.
He
visto con simpatía y solidaridad los esfuerzos que Usted ha hecho en
pro de la reconciliación nacional, y además, reconozco el acompañamiento
de amigos de Honduras plasmados en diversos y valiosos esfuerzos de
dialogo, el ultimo de los cuales es el Acuerdo de Reconciliación,
suscrito en Cartagena, que debe culminar en que Honduras alcance la
reconciliación, factor esencial para el ejercicio pleno de su soberanía
en sus asuntos internos.
Usted, Presidente y yo, ex Presidente, hemos militado en partidos políticos distintos , históricamente diferentes, pero ambos tenemos el honor de ser hondureños y olanchanos; somos herederos de una larga tradición democrática que nos legaron patriotas como Alfonso Guillén Zelaya, Manuel Cálix Herrera, Froylan Turcios, Medardo Mejía y muchos otros que, incluso hoy, nos siguen dando muestras de lo que significan la dignidad y el orgullo nacional.
Si
bien las discrepancias políticas son saludables para el sistema
democrático, la reconciliación es un imperativo supremo para la unidad
nacional, la convivencia armónica y el progreso de nuestro pueblo.
Tengo
legítimos motivos de discrepar con el gobierno actual, pero eso
fortalece mi convicción de que es indispensable mantener un amplio,
transparente y vigoroso dialogo que afiance el proceso de reconciliación
nacional. Reconozco que los Poderes del Estado deben actuar en función
de intereses nacionales, en estricto apego a lo que mandan las leyes.
Todos debemos contribuir a que las Instituciones Nacionales gocen de la
confianza necesaria sobre los servicios que prestan y que la sociedad
necesita. Con una institucionalidad , fortalecida, imparcial y
respetada, que bajo su guía, se pueda construir un futuro mejor,
dentro de las discrepancias lógicas y necesarias, sobre todo aquellas
que amenazan la paz y la estabilidad de nuestro pueblo.
Las
contiendas políticas democráticas, basadas en reglas claras y
consensuadas, no dividen sino que consolidan la democracia, la que no
debe entenderse como un mero ejercicio electoral, sino como una solución
para alcanzar la unidad nacional.
Cerrando
el paso a indebidas interpretaciones, el artículo 5 de la Constitución
de la República diáfanamente y obligatoriamente expresa "El gobierno
debe sustentarse en el principio de la democracia participativa del cual
se deriva la integración nacional, que implica, participación de todos
los sectores políticos en la administración pública a fin de asegurar y
fortalecer el progreso de Honduras basado en la estabilidad política y
en la conciliación nacional".
Todo
cuanto he dicho en esta amistosa carta, recoge los más profundos deseos
del pueblo hondureño y expresa los mandatos de obligatoria observancia,
contenidos en la Constitución de la República.
Señor
Presidente, en la coyuntura en que nos encontramos , estoy seguro de
contar con Su Voluntad de culminar el proceso de reconciliación
nacional, lo que no solo es la expresión de un anhelo, sino que también
una urgencia histórica, económica, política, social, así como una
obligación moral que no podemos eludir.
Estamos
listos para el dialogo y la concertación limpia, constructiva y
democrática con respecto a estos temas y hago un llamado a todos los
hombres y mujeres de Honduras a que apoyemos el anhelo de vivir en una
democracia vigorosa, justa, participativa y cuyos objetivos
inclaudicables sean vencer la pobreza, la inequidad y la injusticia.
Cuente
con nuestro respaldo para que su Gobierno pase a la memoria de las
generaciones venideras, como el que abrió la posibilidad al pueblo de
reconciliarse.
Agradezco
su atención a la presente. Y hago votos porque Dios le rodee del
consejo de hombres y mujeres de bien, ya que en sus decisiones radica la
mejor esperanza de nuestra patria Honduras.
Jose Manuel Zelaya Rosales
Ex presidente de Honduras .
Enviado desde RD
Ex presidente de Honduras .
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